La Quinta
Temporada de Los Elegidos ya se encuentra disponible y justo cuando
recién terminaba de analizar las primeras cuatro temporadas en conjunto con una
introducción a la historia que se nos narra y la persona detrás de esta exitosa
serie como mi elección de algunos episodios que encontré como mis favoritos, y agregando
lo que está por venir de este nuevo universo bíblico.
Es
evidente que existe cierta controversia alrededor de las decisiones tomadas por
los responsables, el creador Dallas Jenkins y compañía han dejado claro al
igual que Jon Erwin de La Casa de David que se trata de una
reinterpretación a lo descrito en las Sagradas Escrituras, por lo que ciertos
eventos fueron cambiados para una mejor dramatización al igual que la
implementación creativa en el desarrollo de personajes y su contexto en el que
se desenvuelven.
Ninguna
de las Temporadas debe tomarse como un sustituto a la Biblia, sino como un
complemento y a su vez como una pieza de entretenimiento que no sólo logra
ponernos a pensar sino promueve la historia de Jesús a través del punto de
vista humano de sus discípulos, que incluso son bastante identificables por lo
cercanos que se sienten a nuestra realidad a pesar de estar acertadamente
ambientado en el año 33 después del Nacimiento de Cristo.
De
nueva cuenta quiero añadir lo bien que sigue manejándose el papel de la mujer
como la repentina atención de los gentiles, políticos, rebeldes y religiosos,
ya que la serie se ha vuelto en un ensamblaje en donde sobresalen los diversos
puntos de vistas y las circunstancias se elevan hasta el grado de adquirir una
visualización épica por prepararnos el camino hacía el evento que lo cambia
todo en la historia de la humanidad, y con mucha razón debía suceder aunque
podría sorprenderles a algunos lo que estoy a punto de comentar sobre la
dirección tomada, que de antemano lo hago de forma respetuosa.
Referida
como La Ultima Cena, cada uno de los ocho episodios de esta Quinta
Temporada comienza con esa impactante última noche que pasó Jesús con sus
discípulos la cual terminó en su injusto arresto. En sí, la estructura consiste
en breve intros de 5 a 10 minutos para enseguida regresarse a retomar la
historia principal en la que culminó la Cuarta Temporada, justo cuando Jesús estaba
por hacer su entrada triunfal a Jerusalén, cumpliéndose así la profecía de su
reinado.
Pese
a tomarse bastante su tiempo, no puedo evitar sentir que las primeras tres
temporadas permanecen por un tono superior a la cuarta y en especial a esta
quinta donde el incremento en su duración la hacen sentir limitadamente
prolongada en lugar de expansiva. Lo digo con sumo respeto pero no puedo evitar
sentirla más como una telenovela que como un drama histórico.
Excluyendo
las escenas con los romanos y los fariseos, obvio, ya que estas representan un
foco de interés poderoso por llamarnos mucho la atención mientras que Jesús es llevado
al límite de sus emociones, recayendo en la tristeza, el dolor y el miedo por
lo que se avecina, y comprendo la necesidad de hacer hincapié en estos eventos
a través de este destello de emociones. Aún así, como que en mi humilde punto
de vista, le hubiera bajado el tono o mejor lo hubiera guardado para los
episodios finales porque todavía existía material que sin duda hubiese lucido
antes de aterrizar a la fase de agonía e incertidumbre humana.
Y es
totalmente válido este enfoque, a pesar de que los relatos o parábolas pudieron
haberse manejado mejor porque aquí suelen ser interrumpidos y hasta omitidos. No obstante, estoy consciente que para eso
está la Biblia, entonces tendré que recurrir a ella para revisitar esos pasajes
que desafortunadamente no recibieron ese tratamiento televisivo. Asimismo, los
sucesos hacía o durante la Ultima Cena se resume a una reinterpretación basada
en el espíritu y en el corazón, no tanto de la mente o de lo escrito por lo que
de igual forma la pude disfrutar y hasta pude encontrarle otro sentido a la
pasión de Cristo.
Hay
muchos elementos y personajes que entran en juego mientras otros son llevados
al fondo. En efecto, a excepción de dos o tres, el resto de los discípulos con
algo de suerte reciben unos cuantos minutos de desarrollo a través de vistazos
al pasado. Para que el título de la serie esté basado en ellos, o eso creía,
resulta decepcionante que no hayan recurrido a esta metodología durante esta
quinta temporada porque estos flashbacks fueron un elemento poderoso tanto para
percibirlos en su estado más puro que es humanidad a través de su punto de
quiebre.
Estando
conscientes del final a lo que conllevaba esta cruzada, es por eso que siento
que el haberse tomado su debido tiempo hasta el grado de estirar algunas
circunstancias en vez de profundizar en su expansión narrativa, es lo que le da
ese tono melodramático o de telenovela en un par de momentos. Como que les hizo
falta un poco de creatividad en la dirección, como suele pasarles a aquellas
temporadas que después de su cuarto año comienzan a ser conformistas con lo que
tienen.
Por
decir que: ¿de verdad era necesario traer de regreso a Nicodemo para impedir
algo que estaba escrito, o presionar a María Magdalena para buscar la forma de
salvar a su maestro ya que los discípulos no parecen entender las directas o
indirectas, contar con un Poncio Pilato joven, inexperto e incapaz de gobernar o que el padre
de Ramah esté causando un revuelo bajo la influencia romana que hasta lo ponen
presenten en el arresto de Jesús con el fin de sumarle intensidad?
Yo
hubiese optado por continuar con el ministerio de Jesús al menos por la mitad
de la temporada y en vez de partir La Ultima Cena en prólogos para cada
uno de los ocho episodios, lo hubiera desenvuelto en los últimos tres episodios
porque de sólo imaginarme ver a Jesús con los doce discípulos, interactuar
entre ellos, uno que otro flash, todos compartiendo el mismo tiempo y
profundizando en las enseñanzas o versículos, hubiese sido no sólo enganchador
sino una gran experiencia visual y muy personal de ver y hasta sentir.
Me
refiero a que tenían entre sus manos la capacidad de duplicar el fenómeno del
Episodio 8 de la Tercera Temporada en donde además de un discurso que conecta
con toda la humanidad, tenemos la multiplicación de los pescados, a Jesús
caminando sobre el agua y consolando a Simón Pedro tras lidiar con la muerte de
su hijo. Toda esta escala de emociones que venían construyendo, fue una
oportunidad desaprovechada al optar por fragmentar toda esta secuencia que de
un tirón hubiese sido verdaderamente especial.
Más
lo anterior no disminuye para nada lo grandiosa que fue la lección de la
humildad que les da Jesús a sus discípulos al lavarles los pies. No se diga lo
fuerte que se sintió cuando irrumpe en el mercado exponiendo la corrupción que
rodea el Templo de Dios. El agarre que se da con los fariseos sigue siendo
exquisito y a su vez, nos pone bastante a pensar sobre en qué momento dejaron
de guiarse por palabras del pasado en lugar de lo que les dictaba el corazón en
ese presente.
Siento
que lo de pagarle a César lo que es el César pudo representarse de otra forma,
al igual que la antesala a la traición de Judas que nos lo remarcan a cada rato.
Es como echarle más leña al fuego cuando aparece en pantalla, entiendo el
impacto, pero caracterizarlo como un antagonista y condenarlo en un encuentro
con su hermana que le dice que estaba en lo correcto, que su nombre va a ser
reconocido, quizás me parece un poco cruel, pero lo más seguro es que esté
equivocado.
Por
otro lado, me pareció muy valiente que hayan metido físicamente a Dios mediante
una visión, pero hubiese deseado quedara en misterio, y como que andaba
esperando la presencia del mal y entiendo que esta serie ha preferido mejor en
concentrarse en la lucha interna de la humanidad, sin la presencia literal de
las fuerzas del mal. He ahí donde comienzo a creer que podría ser perjudicada
por el antecedente marcado por La Pasión de Cristo.
Digan
lo que digan, el drama sangriento de Mel Gibson se mantiene como la mejor
adaptación de la crucifixión de Cristo después de 21 años de haberse estrenado
en los cines. Muy completa en todos los sentidos, brutalmente directa y
ambientada lo más cercano a ese periodo. Siempre seria y haciendo hincapié en las
enseñanzas claves como ilustrando el sufrimiento de Jesús de una forma gráfica
y en constante pelea con la maldad a través de la influencia en los hombres.
Yo
sé que una es serie y otra una película, pero no pude evitar entrar en
conflicto cuando estaba miraba el último episodio dado que había momentos en
que deseaba ver algo similar a la actuación de Jim Caviezel. Por nada minimizo
el esfuerzo de Shahar Isaac, tampoco ha de ser fácil dejarle a su carisma para
desatar una montaña rusa de emociones.
Entonces,
me encuentro en un dilema con respecto a Sexta Temporada al ver cómo me está
costando trabajo olvidarme por lo que atravesé y sigo atravesando cada que veo La
Pasión de Cristo. Tan así que sería fácil tomar las tres primeras
temporadas de Los Elegidos e irme directo al drama histórico de 2004.
Sin
embargo, debo aprender a poner mi mente en blanco y dejarme llevar por esta
nueva experiencia, este nuevo punto vista o, mejor dicho, reinterpretación
porque de que tiene lo suyo, lo tiene y como todo, no es perfecto y por ende
tanto creador como su equipo merecen mucho crédito y más porque en estos
tiempos, es esencial que contemos con esta clase de material para seguir
manteniendo vivas las enseñanzas de Jesús.
Confieso
que analizar esta temporada no ha sido fácil, porque en momentos me he metido
muy al fondo al compararme con Judas ante la ausencia de Mateo y el retroceso
de Pedro a Simón. Por tanto, esta temporada les pertenece a Caifás, Samuel,
Judas, Pilato y Ático ya que ellos tuvieron mayor desarrollo gracias a sus
diálogos.
En
conclusión, Los Elegidos sigue siendo una obra saliente cuya cinematografía,
música y argumento contextual es de asombrosa calidad. Tal vez la estructura de
ciertos eventos, la dirección y la falta de concentración de algunos personajes
no hayan sido de mi gusto, pero seguir de cerca los pasos de Jesús conforme se prepara para
ese evento que marcara a la humanidad, sigue siendo una experiencia épica y
personal, de la cual siempre desencadenara buenas charlas y nos recordará el
valor de la fe.